Querid@s representantes públicos

Comenzó el día del padre con la alegría que tener esa responsabilidad te da, tus hijas con su entusiasmo te recuerdan lo especial e importante que eres en sus vidas.

Por si fuese este poco regalo con un valor incalculable para cualquier padre, te obsequian con más regalos. Uno de sus regalos era el libro «Memorias de Luz y Niebla» de Gregorio Marañón Bertrán de Lis. Tras dos páginas leídas me ha llevado a iniciar este breve artículo. A veces la situación y los acontecimientos nos empujan, son como señales que nos indican que deberíamos hacer algo. En este caso reflexionar en voz alta con la esperanza que muchos se apunten y contribuyan a mejorar con su actitud y ejemplo a este «mundo de majaras», como dice de broma un amigo Brigada de la Guardia Civil.

La responsabilidad se define como la capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente (RAE).

El juramento de un cargo político implica la obligación de aceptar una responsabilidad, una posición de representación del pueblo, de los ciudadan@s y de su cultura. Exactamente «cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al Rey y de guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado». Esta responsabilidad va más allá de mis derechos, opiniones y creencias. Obliga a una conducta moral y ética intachable, aspectos que cada día vemos que algun@s han olvidado y se pisotean impunemente, agravando el descontento, el descrédito y el pasotismo de la ciudadanía hacia sus representantes públicos. Ciudadanos que cumplen con sus obligaciones, en las que dan un ejemplo diario de madurez, altruismo y responsabilidad social.

El efecto en la sociedad es devastador, desilusión, falta de seguridad, crispación entre amigos y vecinos, regiones partidas en dos, preocupación por un futuro ya suficientemente incierto. Incertidumbre derivada de los cambios constantes en todos los ámbitos en nuestra sociedad. Un vida que transita al ritmo de la velocidad de internet, cuando el resto de humanos caminamos lentamente sobre dos pies. Lo más grave es sentir la profunda desconexión entre la realidad política y la realidad del día a día de millones de ciudadanos que no se sienten representados, ni liderados por sus representantes en las instituciones públicas. Desalentador.

Comenta en relación a la falta de consenso en la gestión de la pandemia, el Doctor Honoris Causa Gregorio Marañón: «Su vociferante agresividad en los debates parlamentarios, ante el testimonio mudo de casi 30.000 muertos, ahonda en su desprestigio» (hoy son ya casi 73.000).

Esta agresividad contrarresta con la paz social que se vive en el país, una sociedad que ha cambiado en los últimos 50 años, que ha sido capaz de unir las dos españas como escribió Machado, caminando juntas hacia una sociedad democrática y que busca el bienestar de sus ciudadanos. Esa actitud conciliadora ha contribuido al progreso, la actitud de consenso, el acuerdo ha facilitado un milagro social y económico que nos ha colocado a la cabeza del desarrollo en muchos ámbitos.

La pregunta sería: ¿por qué ese interés en dividir, crispar y desenterrar todo aquello que sirve para romper la sociedad? Tal vez deberían ser sinceros y explicarnos cuáles son sus intenciones.

Dice el Profesor Agustín Dosil que hay dos tipos de personas en el Mundo, las agudizadoras y las equilibradoras. Pienso que estamos ante una época vital para nuestro futuro, dónde las personas equilibradoras se hacen más necesarias que nunca. La responsabilidad debería llevarnos a colaborar de una forma activa, a tender puentes, a buscar consensos que faciliten llegar a cubrir las necesidades que se han generado tras una crisis económica brutal en el Mundo y ahora una Pandemia; que además de sus estragos en la Salud del Planeta acarrea una segunda crisis económica que fustiga aun más a los que ya han sufrido la anterior crisis.

Cada uno en nuestro día a día deberíamos dar un ejemplo de buscar el equilibrio en nuestras relaciones, de colaborar para construir una sociedad mejor, un espacio más seguro para todos. El Planeta lleva tiempo lanzando señales importantes, estamos ante un reto global que implica el buscar acuerdos, consensuar políticas educativas, económicas, sociales, ecológicas y en el ámbito de la Salud. Acuerdos que nos permitan avanzar hacia los próximas décadas afrontando los retos de este siglo, para que a mitad del siglo XXI hayamos sido capaces de corregir la deriva que nuestras acciones han llevado a poner en peligro las sociedades donde vivimos.

El liderazgo se define como la capacidad de influir en los otros para posibilitar y alcanzar los objetivos o las metas del grupo. Implica la necesidad de ponerse al servicio de los demás, de perseguir el interés común y marcar una dirección que ayude al desarrollo de oportunidades de bienestar para todos.

La actitud de aquellos que nos lideran está lejos, salvo contadas excepciones, de ser ejemplo de liderazgo. Asistimos a una época donde se nos miente deliberadamente, aprovechando nuestro sistema. Como explica Kahneman en su libro «Pensar Rápido Pensar Despacio», una mentira bien construida puede ser más atractiva para nuestro cerebros que una verdad, y si la repetimos muchas veces la aceptamos como verdadera.

Otra pregunta sería: ¿alguien que ha jurado cumplir las obligaciones de su cargo y guiarse guardando la Constitución puede tener este comportamiento? Pienso que es inconcebible, es éticamente reprobable, es indigno de la confianza que muchas personas depositan en un acto, que cada vez desvalorizan más los actos posteriores a su ejecución, el derecho a votar. Queridos representantes públicos, les necesitamos, es el momento de colaborar, de las personas equilibradoras, pueden dar un paso adelante o simplemente cumplan con su responsabilidad y su obligación. El reto de dar un paso adelante lo han afrontado cada uno de los ciudadanos que cada día se levantan a aportar lo mejor posible a su sociedad, tal vez deberían seguir su ejemplo y asumir su responsabilidad.

Rubén Domínguez

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